martes, febrero 06, 2007

Cuidando la brecha entre ricos y pobres

Economist Intelligence Unit /Infoestratégica / La Jornada

Líderes chinos tratan de rectificar la desigualdad de los ingresos del país, como si su supervivencia dependiera de ello

Mientras el gobierno busca cómo reducir la brecha salarial entre trabajadores rurales y urbanos, los chinos se preparan para recibir el año nuevo, que en 2007 será el Año del Cerdo, por lo que varios comerciantes están listos para expender sus productos festivos.

Quizás ningún otro asunto de política es tan importante para el gobierno de China como la necesidad de corregir algunas de las desigualdades que se han incrementado como resultado de su rápido desarrollo económico. La transformación económica de China desde principios de la década de 1990 sin lugar a dudas ha mejorado la prosperidad de muchos de sus ciudadanos, pero también incrementó el potencial de numerosas protestas entre aquellos que se han quedado fuera de los beneficios económicos y que han sido explotados como resultado de este éxito. La mayoría de las personas que no se han visto favorecidas ante el desarrollo económico es la gente del medio rural, y esta es la razón por la cual el gobierno está ansioso de reducir esas disparidades en ingresos y mejorar las condiciones de vida.

Esta es la prioridad para el gobierno y el Partido Comunista Chino (PCCh), ya que las masivas protestas se han incrementado en los años recientes. Las disputas rurales documentadas no se han enfocado hasta ahora específicamente en que en el país crecen las disparidades de ingresos; las causas inmediatas de la mayoría de los conflictos han sido por las compensaciones injustas para la expropiación de tierras, la violencia policial y la infraestructura de mala calidad.

Esto tiene implicaciones para la futura legitimación del PCCh y la estructura política de China en su conjunto. La pregunta es si, dentro de los límites de un sistema de partido único, la estabilidad podrá ser mantenida.

La clave será si las estructuras del estado pueden ser, o al menos son, percibidas como más iguales, responsables y transparentes.

Para ello se requiere un cambio en las actitudes y aproximaciones en todos los niveles del gobierno. Un comienzo en esta dirección ya se hizo, con un gobierno central que busca rectificar los desequilibrios regionales y mitigar la pobreza. Se pusieron en funcionamiento varios programas para desarrollar las áreas empobrecidas, y el gobierno tuvo éxito en reducir los niveles de miseria de sus guarismos históricos. Pese a esto, Pekín continuará enfrentando protestas masivas que requerirán de un manejo más cuidadoso si se quiere evitar una inestabilidad política más seria.

¿Cuál es el problema?

Las causas de la disparidad tienen su raíz en la reforma económica china, que fue iniciada después de los experimentos de igualdad que fracasaron ante el progreso económico y social. La meta de esta reforma fue incrementar la productividad y los niveles tecnológicos, mejorar la eficiencia del mercado y elevar los estándares de vida. Fue reconocido que mientras las viejas estructuras de igualdad eran desmanteladas, los incentivos preferentes fueron otorgados a los centros urbanos en las regiones costeras, lo que permitió a sus residentes hacerse ricos. Este desproporcionado crecimiento regional se agudizó por los débiles controles de regulación y las políticas de descentralización, las cuales permitieron a una minoría privilegiada beneficiarse de las privatizaciones del estado. Esta brecha de ingresos entre los residentes urbanos y rurales es testimonio de la desigual distribución de la riqueza en China.

Datos oficiales señalan que al comenzar las reformas en 1978 los ingresos netos anuales per cápita en las zonas urbanas eran 2.5 veces más que los ingresos rurales. En 2005, ese espacio era 3.2 veces más.

Las disparidades económicas también son evidentes en las ciudades y regiones. La constante migración de la gente pobre del medio rural hacia las ciudades en busca de trabajo ha creado condiciones de vida parecidas a los barrios bajos. Además, hay pocas estadísticas gubernamentales sobre el tamaño de las zonas urbanas pobres. Sin embargo, en 2006, Quishi, una publicación del PCCh, dio a conocer un reporte compendiado del partido sobre el progreso en el desarrollo de "una sociedad mucho mejor", al dar por primera vez un estimado sobre la pobreza urbana de 22 millones de personas. Debe notarse que el umbral de ganancias para determinar la pobreza urbana (estimado en 232 dólares anuales por ingreso per cápita) difiere de la pobreza rural, que es estimada en 26 millones de campesinos, número generalmente mencionado como el tamaño de la comunidad empobrecida de China en la actualidad. Por supuesto, la pobreza rural (y en general) sería mucho más alta si fuera medida utilizando el patrón de los habitantes urbanos.

Además de diferencias obvias en el gasto de los hogares, existe la brecha significativa en la asignación de fondos entre los habitantes urbanos y rurales, en momentos en que los residentes rurales todavía enfrentan una discriminación institucional.

Los residentes urbanos disfrutan de los beneficios de la asistencia social que no están disponibles en las áreas rurales. Esto incluye alojamiento, comida y cuidados médicos para familias de bajos ingresos.

¿Por qué es crítico?

Un remoto ensanchamiento entre los habitantes rurales y urbanos pondría en peligro la legitimidad política del PCCh, que tomó el poder tras una revolución popular. Datos oficiales muestran una escalada en la frecuencia de enfrentamientos y protestas (oficialmente en referencia a "incidentes masivos") de 87 mil casos en 2005, comparados con sólo 11 mil de hace una década. La prensa oficialista ha descrito estos conflictos como un reto en la habilidad del partido para gobernar. Lidiar con este desafío, según un reporte elaborado en diciembre pasado por la agencia oficial de noticias china Xinhua, será visto como "una prueba de habilidad para el gobierno". En el plano local, partidos y funcionarios de pueblos ya son y serán en el futuro juzgados no sólo por su habilidad para atraer inversiones e impulsar el desarrollo económico, sino también por su capacidad para prevenir disputas populares en sus áreas.

Este cambio de política es un negocio neutral. No obstante, las compañías extranjeras que operan en China harían bien en tener un programa de preinversiones para asegurar, por ejemplo, que las compensaciones por la venta de tierras sean canalizadas a los destinatarios apropiados y que las obligaciones sociales de las empresas en manos del estado, ventas o fusiones, sean bien manejadas, junto con los aspectos laborales.

Los encabezados noticiosos probablemente continuarán enfocándose en la gran división entre los habitantes de las zonas urbanas y rurales y cómo lo afronta el gobierno.

De manera más explícita, en el actual plan de cinco años (FYP, por sus siglas en inglés), se tiene la particularidad central de construir un "nuevo campo socialista".

¿Existen paralelos internacionales?

Mucho se ha hecho sobre el incremento del coeficiente de Gini de China (el coeficiente de Gini mide la desigualdad de los ingresos en una escala de 0 a 100: el número más alto significa una gran disparidad). El gobierno chino utiliza no sólo esta referencia para guiarse en su planificación social sino también como un signo de advertencia ante un futuro levantamiento político.

Sin embargo, el coeficiente de Gini no es un indicador infalible absoluto de la turbulencia social. Un país con un alto coeficiente de Gini no necesariamente es propenso a una revuelta social, y uno con un bajo coeficiente puede presentarla. Las percepciones sobre las causas de las discrepancias en los ingresos y la naturaleza del sistema de desigualdad (contra las oportunidades de un avance económico) son cruciales para escalar algunos puntos.

De hecho, la economía más desarrollada del mundo, Estados Unidos, es más desigual que China, con una puntuación del coeficiente de Gini de 45. Otras economías desarrolladas con un alto puntaje son Tailandia con 51, Malasia con 49, México con 53 y Brasil con 60. En contraste, Indonesia, cuyo coeficiente de Gini se ha mantenido durante mucho tiempo en 30 puntos, ha sufrido un cambio político desgarrador, lo que sugiere la conflictividad que es una combinación del ingreso desigual con presiones regionales o étnicas que alimentan la volatilidad política.

¿Qué debe hacer el gobierno?

El gobierno chino ha realizado desarrollos rurales y otorgado asistencia social dentro del FYP. Las prioridades especificas del plan son mejorar el riego y el agua potable para 10 millones de residentes rurales, construir 1.2 kilómetros de caminos, extender las redes de electricidad a los 20 millones de residentes que aún no cuentan con el servicio, subsidiar la educación y poner en marcha más servicios de salud para quienes habitan en las zonas rurales, así como establecer un sistema de seguridad social para los agricultores que no cuentan con tierras y para los trabajadores migrantes.

En los pasados tres años, las nuevas iniciativas para la reducción de la pobreza fueron anunciadas por el primer ministro, Wen Jiabao. Estas incluyeron "la circular del gobierno número 1 (con la finalidad de elevar los ingresos rurales), que fue dada a conocer en febrero de 2004, así como varias regulaciones para reducir los impuestos al campo y facilitar la integración de los migrantes rurales dentro de las comunidades urbanas.

Este reconocimiento implícito de los vínculos entre la reducción de la pobreza y la movilidad laboral ahora se ve reflejado con la inclusión de la migración del trabajo como una estrategia económica de desarrollo para los condados pobres.

El gobierno está desmantelando las barreras institucionales a la movilidad del trabajo para los migrantes rurales a través de programas piloto para aliviar el registro de casa (conocido como hukou en chino) las restricciones en el empleo y la residencia.

El énfasis previo sobre el desarrollo de las provincias occidentales ha sido ajustado para incluir otras áreas rezagadas, principalmente en las provincias del noreste, y las agrícolas densamente pobladas de los llanos centrales, como Henan.

Inclusive, dentro de las administraciones de las ricas provincias costeras, los legisladores instaron a concentrar recursos en una provisión más equitativa de ventajas, asegurar un nivel básico de bienestar que abarque la protección, el alimento y el acceso a la educación y la seguridad social. En términos presupuestarios, esto significará reformas adicionales del sistema rural fiscal, así como más subvenciones a la salud y la educación, en particular en las áreas más pobres que han sido golpeadas con fuerza por la privatización de estos servicios.

Las oficinas de las provincias se han hecho responsables de aplicar los programas para reducir la pobreza rural. Mientras tanto, sus contrapartes urbanas se han movilizado también para combatir la carestía. Las administraciones municipales son piezas clave para conducir el alivio a la pobreza; sin embargo, esto representa para los funcionarios locales enormes desafíos. Si no se cumplen, entonces las metas de Pekín para aliviar la pobreza y la estabilización social serán mucho más difíciles de conseguir.

El análisis de EIU

La disparidad de ingresos no provocará grandes disturbios sociales, a menos que se asocie con la corrupción, nepotismo y una falta institucionalizada de oportunidades. El gobierno trabaja arduamente para disipar tales percepciones con programas para reducir la pobreza. El comunicado de octubre de 2006 (publicado tras el 16 pleno del Comité Central del PCCh) subrayó el compromiso del gobierno con una sociedad más justa, mientras se estrecha el espacio entre la riqueza para un desarrollo más equitativo, económico y social.

El texto destacó la necesidad de fortalecer la base moral de una "sociedad socialista armoniosa", en la esencia de una advertencia de la actuación de las empresas la cual tiene que ser atenuada con la responsabilidad ética.

Por la observación de otras economías en transición, se concluye que la inestabilidad política por lo general aumenta una vez que el PIB se eleva entre mil y 4 mil dólares y, presumiblemente, una vez que necesidades básicas son alcanzadas, aún hay más tiempo para pensar y agitarse. (El PIB de China, pasó de mil dólares en 2001 y se estima, alcanzó los 2 mil dólares en 2006).

Las malas noticias son que las políticas de redistribución social del gobierno de Hu Jintao tomarán algún tiempo para ponerse en práctica, en particular si las administraciones locales y poderosos funcionarios buscan proteger intereses ampliamente adquiridos. Las buenas noticias son que el gobierno central ha planeado una estrategia clara para rectificar los desequilibrios regionales con varios programas que se desarrollarán en las áreas más pobres del interior de país. Estas iniciativas podrían no cerrar el hueco en el ingreso, pero los líderes chinos ya tuvieron éxito en reducir los niveles de pobreza del país que se encontraban en extremos históricos bajos.

FUENTE: EIU

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