jueves, junio 08, 2006

THE WALL STREET JOURNAL

En México, la emergente clase media baja podría decidir las elecciones presidenciales

June 8, 2006 4:05 a.m.
Por John Lyons

CIUDAD DE MÉXICO — Wal-Mart Stores Inc. calculó que había suficientes nuevos residentes de clase media en las afueras de México como para construir allí cuatro súpertiendas el año pasado. Ahora, esos mismos compradores podrían ser el factor sorpresa en las elecciones presidenciales del mes próximo.

El candidato conservador, Felipe Calderón, ha empatado en las encuestas con el progresista Andrés Manuel López Obrador. Todo gracias a una sofisticada campaña cuyo objetivo principal ha sido la floreciente clase media-baja, un grupo a menudo ignorado en un país de riqueza y pobreza extremas.

Los sondeos dicen que el 15% de los votantes indecisos —unas 11 millones de personas— se encuentran mayoritariamente en la clase media-baja de los enclaves urbanos alrededor del Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey y otras grandes ciudades. Se trata de pequeños comerciantes, vendedores y amas de casa que en los últimos años han ascendido en la escala social y temen perder todo si México cae en una crisis, como ha sucedido en el pasado.

Hace seis años, estos votantes ayudaron a derrotar al PRI, que había dominado el país durante 70 años. Eran admiradores del presidente Vicente Fox, quien había prometido que el libre comercio, la inversión extranjera y la estabilidad macroeconómica mejorarían sus vidas. Pero desde entonces, la economía de México sólo ha crecido un 1,8% anual y ha creado pocos empleos, llevando a millones de mexicanos a abandonar su país en busca de una oportunidad en Estados Unidos.

En estas elecciones, los votantes de clase media-baja se muestran escépticos tanto ante la izquierda como la derecha. Comparten el enojo de la izquierda ante el estancamiento de la economía en favor de los ricos. Pero un mensaje de la derecha también está llegando a la gente: el temor a que las viejas costumbres derrochadoras lleven a la inflación y el desastre.

El resultado de la votación mostrará si México permanece cerca de Estados Unidos e insertado en la economía global o si, por el contrario, se suma al giro a la izquierda que han tomado otros países de América Latina. Calderón, candidato del partido del presidente Fox, es un candidato pro-empresa que impulsaría la iniciativa privada. López Obrador, ex alcalde de Ciudad de México, dice que las políticas de libre mercado fracasaron a la hora de ayudar al mexicano medio y que quiere crear empleos mediante la inversión pública, pero no defiende las nacionalizaciones al estilo del venezolano Hugo Chávez o el boliviano Evo Morales.

Tras un comienzo algo lento, Calderón, un más bien desconocido ex funcionario de 43 años, hizo un gran esfuerzo por llegar a los votantes de la clase media-baja. Eso le ayudó a remontar una desventaja de nueve puntos contra López Obrador en febrero. Ambos candidatos están ahora en un empate técnico, según las encuestas más fiables.

El comando de campaña de Calderón probó varias estrategias distintas con focus groups de clase media baja y descubrió que, mientras los votantes admiraban la pasión de López Obrador, también les recordaba a los líderes populistas, que destrozaron la economía mexicana en los años 60 y 70. Entonces, el grupo de Calderón emitió una serie de anuncios en radio y televisión retratándolo como una amenaza para las mejoras logradas con tanto esfuerzo.

Calderón también usó nuevos medios, admitiendo que el 20% de los mexicanos que ahora tienen cuentas de correo electrónico —incluyendo muchos jóvenes de la clase media-baja— es su grupo demográfico clave. Los emails enviados por Calderón atacaban a López Obrador y a su Partido Revolucionario Democrático, o PRD, y la página Web de Calderón ha logrado reclutar a más de 130.000 supervisores de centros electorales y otros voluntarios.

"Las clases media y media baja son nuestros grupos fundamentales", dice Juan Camilo Mouriño, el coordinador de campaña de Calderón. "Se trata de gente que ha comenzado a adquirir un pequeño patrimonio y ve el riesgo de volver hacia atrás".

A poco menos de un mes de las elecciones del 2 de julio, el PRD de López Obrador tiene una ligera ventaja sobre el Partido de Acción Nacional de Calderón entre los pobres, quienes representan el 40% de los hogares del país y tienen ingresos de menos de US$4.100 al año. Pero Calderón compensa esa ventaja con su predominio en el 15% de hogares de clases media-alta y alta, definidos generalmente como aquellos que ganan más de US$11.000 al año. El campo de batalla fundamental estará entonces en los hogares que ganan entre US$4.100 y US$11.000.

Estas familias de clase media y media-baja crecieron alrededor de un 25% durante los primeros cuatro años de la presidencia de Fox, y ahora representan el 45% de los hogares mexicanos.
Juntas, las ciudades de las afueras de Ciudad de México, con nombres aztecas como Tlalnepantla, Ecatepec y Ciudad Nezahualcóyotl parecen ríos de cemento que han desbordado sus riberas y trepado sobre las colinas vecinas. Pero hay signos de progreso: en Tecámac, los constructores de viviendas han convertido maizales en barrios planificados con viviendas de US$20.000. Wal-Mart, que ha estado en México por más de una década, abrió el año pasado su primera súper-tienda en Ecatepec.

Los indecisos son personas como Vicente Lugo. Hace seis años, este vendedor de aluminio de 47 años votó por Fox, con la esperanza de que la economía mejorara. En cambio, sus ventas han bajado, su salario está congelado y no está seguro por quién votar. La estabilidad económica le da seguridad, pero está preocupado de que sus hijos obtengan buenos empleos cuando sean adultos. "Pensé que tendríamos mejores salarios, menos crimen, menos pobreza, menos emigración, menos corrupción", dice Lugo, quien espera con ansiedad la respuesta para saber si fue aceptado su pedido de hipoteca para comprar una casa en Las Américas, un nuevo barrio residencial a las afueras de Ecatepec. "Al final, Fox no estuvo tan bien", dice.

La última incursión de Calderón en el territorio de la clase media-baja fue a fines de mayo, cuando recorrió la autopista entre Tlalnepatla y la capital frente a miles de seguidores que agitaban banderas de su partido. La campaña armó una caravana con docenas de Volkswagen Escarabajos, el vehículo característico de los trabajadores urbanos, un camión con bailarinas y una camioneta desde la que Calderón saludaba a la multitud.

Su adversario, López Obrador, de 52 años, un político carismático del estado petrolero de Tabasco, en el sur del país, tiene una gran reserva de apoyo entre los pobres. Durante su mandato como alcalde de la capital, concedió ayudas en efectivo a los jubilados y a las madres solteras, construyó autovías elevadas y mejoró el sistema de autobuses. En marzo, participó en un acto de campaña en apoyo del candidato del PRD a la alcaldía de Ecatepec, José Luis Gutiérrez, quien se impuso con facilidad dando el mensaje de que imitaría la gestión de López Obrador en el Distrito Federal.

López Obrador, de todas maneras, no ha regresado desde entonces a los suburbios de clase media-baja. En cambio, hace giras por pueblos rurales hasta cinco días a la semana, con la idea de que los mexicanos están tan hastiados de la corrupción y el magro crecimiento económico que sólo confiarán en un político que los salude personalmente. A medida que se acercan las elecciones, López Obrador, que dirige su propia campaña, calcula que ya se ha ganado a la clase media-baja de las afueras de la ciudad de México, y que es mejor invertir su tiempo en las áreas donde es más débil, como el norte, y robándole votantes al PRI en el campo y los sindicatos. Su campaña, que ha preferido evitar las tácticas estadounidenses de marketing electoral, ha gastado mucho menos dinero que la de Calderón en publicidad nacional.

Es una apuesta fuerte. "(López Obrador) cree que ya hemos ganado esta región, pero los votos nunca son seguros", dice Gutiérrez, el alcalde de Ecatepec, que hace campaña por López Obrador en áreas tan pobres que los rebuznos de burros interrumpen sus discursos. "No debería pasar todo su tiempo en los pueblos y saltarse las zonas más pobladas".

En México, la clase media-baja es un grupo heterogéneo que va desde aquellos que apenas pueden comprar televisores y refrigeradores hasta una familia con auto propio que puede calificar para una hipoteca. Todos ellos fueron duramente castigados por la crisis cambiaria y bancaria de 1994 y sólo han recuperado su situación anterior durante el gobierno de Fox, una década más tarde. Muchos están frustrados por el decepcionante crecimiento económico del gobierno, y disfrutan de los ataques de López Obrador contra los ricos y sus promesas de crear empleos con la construcción de caminos, refinerías y trenes de alta velocidad.

Los estrategas de campaña de Calderón han decidido concentrarse en el principal logro económico de su partido: la estabilidad. Los seis años del gobierno de Fox marcarán el período más largo de México sin crisis económica desde los años 60. Con la inflación bajo control, por ejemplo, los bancos han comenzado a ofrecer préstamos a 20 años, algo impensable antes de la llegada de Fox y que ha creado un boom inmobiliario.

Después de una seguidilla de publicidad negativa en la que vinculaba a López Obrador con las viejas épocas del derroche de dinero público, Calderón ha decidido retratarse a sí mismo como una alternativa confiable. Un hombre pequeño y de gafas, con un título de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard, Calderón era casi desconocido para el gran público hasta que ganó una inesperada victoria en las elecciones internas del PAN, el año pasado.

Los consultores de imagen del PAN le aconsejaron que mostrara las palmas de sus manos en los comerciales de televisión y durante sus discursos, como un símbolo de que llegaría al gobierno "con las manos limpias".

El equipo de Calderón lo bautizó como el "Presidente del Empleo", el candidato que más posibilidades tiene de crear trabajo al hacer a México más atractivo para los inversionistas privados. La estrategia ha tenido éxito: en una encuesta de abril, el 42% de los consultados asoció la palabra "empleo" con Calderón, mientras sólo el 21% hizo lo mismo con López Obrador.

No hay comentarios.: