martes, enero 10, 2006


THE WALL STREET JOURNAL

El dilema social que Exxon enfrenta en África

January 10, 2006 4:05 a.m.
Por Jeffrey Ball




SOYO, Angola — Miguel Alves António, el director de un colegio en esta lejana ciudad de un país destrozado por la guerra, mantiene una relación especial con una de las mayores petroleras del mundo. Para él, Exxon Mobil Corp. "es como un padre".

Exxon es un padre con mucho dinero, pero también preocupado de que sus hijos puedan valérselas por sí solos en el mundo. En los últimos dos años, la petrolera ha liderado un consorcio que extrae diariamente miles de barriles de petróleo del Atlántico, en las cercanías de Soyo.

Como parte de un acuerdo con Angola, Exxon y sus socios también están inyectando fondos para ayudar a la nación africana a disminuir sus disparidades sociales. Entre otras cosas, la compañía ha realizado donaciones que han duplicado el tamaño de la escuela de Soyo.

Pero Alves António quiere más: un generador de diesel para garantizar el suministro de luz en los días en que la red eléctrica falla, un bus escolar y un fondo de becas para enviar estudiantes talentosos a universidades en Estados Unidos. Hace poco le entregó a William Cummings, gerente de relaciones públicas de Exxon en Angola, una carta de cuatro páginas con una lista de materiales para un laboratorio de química que la escuela esperaba recibir de las petroleras.

En momentos en que Exxon y otras petroleras acuden a África Occidental en busca de nuevos campos de crudo, enfrentan un dilema que no estudiaron en las clases de ingeniería: cómo cumplir con sus obligaciones sociales. No se trata de un problema financiero: Exxon ganó US$33.800 millones en los 12 meses terminados el 30 de septiembre. Es más bien un asunto político y de foco gerencial. Exxon tiene que lidiar con las expectativas muchas veces contradictorias de los gobiernos de África, los gobiernos del mundo Occidental y grupos que combaten la pobreza.

Las necesidades que tienen los nuevos centros petroleros como Angola son básicas y masivas. Con la llegada de las petroleras, vienen arcas repletas de efectivo y una reputación de eficiencia. Los gobiernos de esta región concluyeron que era bastante razonable que las grandes multinacionales les ayudaran con sus problemas sociales a cambio de obtener acceso al petróleo.

Pero las petroleras temen colaborar estrechamente con estos gobiernos. Muchos gobiernos, como el de Angola, han sido criticados por organizaciones no gubernamentales y acreedores internacionales por no ser transparentes en el uso de los miles de millones de dólares que reciben del petróleo. Las compañías sienten que si ayudan a esos gobiernos a construir hospitales o escuelas, se vuelven vulnerables a acusaciones de fomentar la malversación de fondos y la dependencia de largo plazo que ésta genera.

"Somos una petrolera, no la Cruz Roja", dice André Madec, quien supervisa las inversiones filantrópicas de Exxon. La compañía está dispuesta a ayudar a los países a que se valgan por sí mismos, pero "no queremos ser vistos como el gobierno de facto", dice Madec.

Exxon no es la única petrolera que está en estos apuros. Hace poco, BP PLC y el gobierno británico invirtieron cerca de US$250.000 en la instalación de un sistema de energía solar en un pueblo al norte de Luanda que no tenía electricidad. Los habitantes se apresuraron en comprar televisores y terminaron por sobrecargar el sistema. Entonces le pidieron a BP que lo arreglara.

Los mayores beneficiarios de las actividades filantrópicas de Exxon han sido instituciones en EE.UU., un legado de la época en que ese país proveía la mayor parte de las reservas de crudo y gas de la empresa. Dos terceras partes de los US$107 millones que la compañía donó en 2004 se destinaron a EE.UU. Pero ese país ya no es el principal proveedor. Exxon estima que hacia 2030 África represente más de 30% de sus reservas de petróleo, más que cualquier otra región en el mundo.

Algunos grupos activistas dicen que las petroleras están evitando responsabilidades más serias cuando donan algunos millones de dólares al año a los países en desarrollo. Si las empresas tuvieran un deseo real de mejorar las condiciones en países como Angola, dicen los críticos, deberían usar su poder para instar a los gobiernos a ser más transparente en el uso de sus multimillonarios ingresos petroleros.

Las autoridades angoleñas dicen que están gestionando sus ingresos petroleros de manera prudente y que han adoptado nuevas medidas de rendición de cuentas. Ejecutivos de Exxon y diplomáticos occidentales concuerdan que la transparencia ha mejorado. Pero presionar al gobierno no es la misión de las petroleras, dice Ferry McPhail, el máximo ejecutivo de Exxon en Angola. "Obviamente queremos ser buenos ciudadanos corporativos", dice. "Pero somos invitados en este país y como tales debemos ser respetuosos".



Antes de adquirir fama como productor petrolero, Angola tenía fama de inestabilidad política. Durante la mayor parte del siglo 20 fue una colonia portuguesa. Tras su independencia en 1975 sucumbió a una guerra civil que duró hasta 2002. A mediados de los años 90, Exxon y otras petroleras occidentales descubrieron grandes reservas de crudo en los campos marítimos de la costa angoleña. Hoy, Angola bombea 1,2 millones de barriles al día, convirtiéndose en la segunda mayor productora de crudo en África Occidental, después de Nigeria.

Exxon dice que invierte unos US$2 millones al año en proyectos sociales auspiciados por el gobierno angoleño. Ese monto es considerado un gasto contable, ya que el gobierno dice que el monto se devolverá en forma de petróleo. Exxon también invierte unos US$4 millones al año en filantropía en Angola.

Hace poco, Exxon le regaló a la escuela de Alves António un generador y un bus, ambos usados. La petrolera hizo que firmara un acuerdo responsabilizándose por el mantenimiento y combustible. Pero Cummings, el gerente de relaciones públicas, cree que Alves António volverá para pedirle que la empresa también se encargue de esos gastos.

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