lunes, enero 09, 2006

AMÉRICA ECONOMÍA

RSE en Educación
APORTE INTELIGENTE

Las empresas descubren en la educación un campo fértil para desarrollar sus objetivos de responsabilidad social.

Alberto Arellano

Por más de tres décadas, la minera canadiense Falconbridge debió lidiar contra las hostilidades de los vecinos de Bonao, una zona rural de República Dominicana. El clima de Guerra Fría que existía en 1950, cuando comenzó la extracción y refinamiento de níquel en la zona, incentivó cotidianas protestas, huelgas y variadas muestras de resistencia contra sus operaciones. La multinacional era percibida como una encarnación del voraz apetito del poder imperialista del “Norte” que se extendía por el hemisferio occidental.

La oposición de la comunidad derivó en tensiones laborales que obligaron a sus ejecutivos a aplicar un tratamiento de shock: hacer millonarias donaciones a organizaciones sociales con el fin de mejorar sus relaciones con la comunidad y su imagen. Sin embargo, el remedio resultó peor que la enfermedad. La gente de Bonao vio las donaciones casi como un intento de soborno, por lo que no dejaron de protestar. Además, descubrieron que mientras más protestaban, el dinero de las donaciones aumentaba, por lo que las manifestaciones se transformaron en un jugoso negocio, que condujo a una espiral de donaciones.

Tampoco bastó el US$ 1,5 millón destinado anualmente durante la década de los 80 a campañas de responsabilidad social empresarial (RSE), para neutralizar los efectos de las campañas electorales, cuyos candidatos usaban a Falconbridge como bandera de lucha –el que está contra Falconbridge, está del lado del pueblo era el decir–, poniendo más fuego a un conflicto que alcanzó su clímax en 1989, cuando en medio de las usuales manifestaciones contra la empresa muriera un joven producto de un disparo de la policía. Sin embargo, hoy la empresa respira más tranquila. No fue la caída del Muro de Berlín lo que apaciguó los ánimos en Bonao, sino un reemplazo en su estrategia de RSE.

Falconbridge se puso una meta distinta y de largo plazo: mejorar la educación y ampliar las oportunidades de los niños de aquella zona rural. “Cometimos el error de utilizar intermediarios para acercarnos a la comunidad, lo que impidió que se pudieran establecer relaciones directas con las personas”, dice Arelis Rodríguez, actual directora de la Fundación Falconbridge en Bonao. “Vimos que el mejor ámbito en el que podíamos apostar con una política sustentable y de largo plazo era en el tema de la educación”.

EL EMPRESARIO DOCENTE

No ha sido la única que llegó a esta conclusión. Muchas empresas, como Repsol YPF en Perú, Arcor en Argentina y CMPC en Chile, enfocaron sus proyectos de RSE en la educación durante los 90 (ver cuadros) pues tenían ante sus ojos el mismo penoso panorama que Falconbridge encontró en Bonao: salones de clases destruidos, alumnos poco entrenados, profesores desmotivados, ausentismo permanente, además de carencia de textos de estudio y material pedagógico.

Lo bueno es que tienen ventajas para llenar los vacíos dejados por el sistema público. “Las empresas pueden hacerlo mejor que el gobierno porque pueden hacer discriminación positiva”, dice Paulo Renato de Souza, ex ministro de educación de Brasil y destacado consultor en el área. “El gobierno no puede hacer diferencias en los aportes que dan en una escuela y otra, mientras los empresarios sí lo pueden hacer, teniendo así la posibilidad de ayudar más en la nivelación del sistema educacional”.

Las ganancias para las empresas no sólo vienen dadas en la forma de una mejor imagen, pues ellas mismas se benefician al desarrollar un capital humano más competente. “La inversión social privada en educación está directamente relacionada con la generación de una mayor competitividad en el contexto de economías globalizadas”, dice Hugo Vergara, coordinador ejecutivo de Forum Empresa, entidad que reúne a las principales organizaciones de RSE en la región. “Las empresas están asumiendo esto no ya como un acto de filantropía, sino dentro de la lógica de la gestión estratégica”.

Pero para que esto tenga sentido tanto para la comunidad como para la empresa, debe hacerse con una visión de largo plazo. “Toda ayuda en la educación es buena”, dice Marcela Gallardo, coordinadora del Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL). “Pero hay casos en los que muchas de las inversiones de capital privado en temas públicos, como el de la educación, se pierden, pues responden a estrategias de corto alcance”.

RESULTADOS A LA VISTA

Eso es lo que ha intentado evitar Falconbridge desde que inició el Programa de Apadrinamiento de Escuelas en 1989. El programa comenzó con el aporte de infraestructura –baños, pintura, sistema eléctrico, jardines– a escuelas de escasos recursos. Una vez reparado el establecimiento, procedieron a dotarlas de mobiliario –butacas, pizarras, escritorios para los maestros, bibliotecas, laboratorios– con el fin de crear un ambiente que estimulara el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Una vez terminada la reconstrucción de las escuelas, vino la capacitación no tan sólo de directivos, maestros y alumnos, sino también de los padres de éstos, entendiendo que el proceso de educación no terminaba en la escuela y que éstos eran los primeros responsables de la educación de sus hijos. Hacia ellos se dirigió una serie de cursos de alfabetización y entrenamiento laboral, para los que se contratan profesionales especialistas –incluso del extranjero– para temas como Planificación Educativa o Desarrollo de las Destrezas del Pensamiento.

En total, son 24 cursos, con un total de 202 horas. El “Programa de Apadrinamiento”, con un presupuesto anual de US$ 370.000, hoy atiende a 121 colegios, alcanza a 75.573 estudiantes y a 2.025 maestros. La inversión desembolsada desde su creación alcanza los US$ 9 millones. Los resultados se perciben: “Las escuelas tienen otra apariencia... Ahora los muchachos se insertan mejor en la sociedad, con una nueva visión y con mayor participación”, reconoce Ana Jacinta Alejo, directora de la Escuela Liranzo Batista, de Monseñor Nouel, una de las apadrinadas. “Sin el programa me los imagino menos competentes y con una autoestima baja”.

No son sólo palabras. Un estudio en terreno realizado por los expertos en educación Juan José Placencia y Felicia Polanco, sobre los efectos de los programas de apadrinamiento en la provincia de Nouel, donde se encuentra Bonao, llegó a varias conclusiones en 1999. Según el estudio, el 99% de las escuelas apadrinadas lucen limpias, mientras que el 43% de las no apadrinadas están sucias. Una diferencia que también se mantiene en la relación entre maestro y alumnos: mientras el 100% de los estudiantes de escuelas apadrinadas dice que recibe buen trato de sus profesores, en las no apadrinadas el 61% dice que recibe un mal trato. Además todas las apadrinadas cuentan con bibliotecas, cuando el 51% de las restantes no tiene.

Y mientras que un 82% de los alumnos de las apadrinadas piensa que la infraestructura de su colegio está en muy buenas condiciones, el 71% de los estudiantes de las sin padrinos señalan que las condiciones físicas de su establecimiento son malas. Las diferencias no sólo son percibidas por los alumnos. Los ejecutivos de Falconbridge han visto disminuir las manifestaciones de violencia contra la empresa, algo que la misma United States Agency for International Development (USAID) constató, tras investigar el caso en 2001 y señalarlo como un ejemplo.

Y a pesar de que Bonao sigue siendo una “zona caliente” y foco de constantes protestas y reivindicaciones sociales –en el que muchos siguen viendo a la empresa con recelo–, hoy los equipos de la compañía encargados de evaluar el Programa de Apadrinamiento viajan libremente a través de la provincia de Monseñor Nouel junto a ejecutivos de Falconbridge y son recibidos amistosamente en todas partes.

REPSOL YPF, Perú
Venciendo la fobia a las matemáticas

Los niños del distrito peruano de Ventanilla le deben algo de sus matemáticas a Repsol YPF. Y es que la operación La Pampilla de la petrolera hispano-argentina ha enfocado desde el año 2001 sus esfuerzos de RSE en apoyar la formación lógicomatemática de sus vecinos. Se trata de un verdadero déficit en el país, pues los 7,5 millones de alumnos que están matriculados en algún colegio peruano han demostrado tener muy baja comprensión de lo que ven en clases en esta materia.

Según la versión 2003 del PISA, el examen que hace la OECD para comprobar el nivel de aprendizaje de distintos sistemas educacionales, sólo el 7% de los alumnos de quinto de primaria alcanza logros mínimos para su edad en el área de la lógica matemática. El problema empeora con los años: en cuarto grado de secundaria, esa proporción sólo llega a 5%. Para ayudar a revertir esta fobia a las matemáticas, Repsol YPF Perú creó el programa “Matemáticas para todos”, en coordinación con el Instituto Apoyo y otras empresas, con el objetivo de elevar el nivel de la formación matemática de 2.000 niños de 5º de primaria a 4º de secundaria, repartidos en cinco colegios del distrito.

Para eso, suscribió un acuerdo en 2001 con la editorial alemana Klett, especialista en la producción de textos escolares de matemáticas, con el fin de adaptar los libros de la colección a la realidad peruana. Esto dio a luz a los textos escolares Matemáticas para Todos para 1º y 2º de secundaria y, luego, para 5º y 6º de primaria. Repsol ha financiado la edición de más de 2.500 libros, los que vuelven a ser utilizados por otros alumnos una vez que éstos pasan de curso.

Los profesores también van a clases, pues con el fin de asimilar el sistema alemán de aprendizaje matemático, los maestros de las escuelas beneficiadas son entrenados por educadores de primer nivel del Instituto Apoyo durante los meses de vacaciones de verano. “Son demasiadas las diferencias en la calidad de la enseñanza en el país, por lo que enfocamos nuestros planes de RSE con esto en mente”, dice José Luis Ibarra, gerente de Relaciones Externas e Institucionales de Repsol en Perú. “Para esto debemos enfocarnos en alumnos y profesores, ya que ambos presentan deficiencias”. El programa de Repsol también incluye la entrega de material pedagógico (anualmente se reparten cerca de 5.000 útiles escolares entre los establecimientos que cubre el programa), el de “Charla de Valores”, que orienta a cerca de 15.000 jóvenes de secundaria, un programa de motivación de niños en edad preescolar y el de la “Universidad Laboral del Callao”, con cerca de 500 alumnos, concentrado en la formación de futuros emprendedores.

CMPC, Chile
El profesor gerente

Las empresas forestales tienen la mayor parte de sus operaciones en las áreas rurales apartadas de los grandes centros urbanos. Es ahí donde la chilena Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) se ha dedicado desde el año 2000 a promover mejoras educacionales. Para ello, concentró sus esfuerzos en dos programas: “Apoyo Rural” y “Capacitación Docente”. El primero proporciona material didáctico para la educación primaria; el segundo se dirige a capacitar a los profesores, entregándoles las herramientas pedagógicas necesarias para implementar mejoras en el aprendizaje.

Éste comienza mientras los alumnos pasan sus vacaciones de verano, meses en que los profesores son entrenados por profesionales financiados por CMPC, en un curso de perfeccionamiento en Metodologías para la enseñanza del lenguaje y las matemáticas. Luego, los profesores participan en Jornadas de Planificación en las que se ordena el año escolar, alistando actividades y material para las clases.

Una vez iniciado el año escolar, los profesores deben ir implementando sus planificaciones, y sus directores –también entrenados en Gestión Educativa y Desarrollo Personal– van supervisando el cumplimiento del calendario de los maestros, informando a CMPC de los avances. Con los resultados del monitoreo en mano, se detectan necesidades, se fijan metas y se definen incentivos. “El objetivo es que las escuelas comiencen a gestionar su propio éxito escolar”, dice Liliana Fernández, directora del programa.

Con un presupuesto de unos US$ 340.000 al año, actualmente se realizan programas en 45 escuelas, beneficiando a más de 13.000 niños y a 300 profesores.

MEALS, Colombia
Los asesores en la compañía de helados

Meals Colombia creen que colegio y empresa son tan compatibles como el chocolate con la vainilla.

Esta empresa, a través de su fundación Crem, junto a 198 otras compañías del país, forma parte del proyecto Líderes Siglo XXI, un extenso programa escolar que abarca 555 instituciones públicas de zonas rurales de alta población indígena y afro-colombiana. En sus 11 años, su objetivo se ha ido enfocando en la creación de parejas empresa-colegio. “Mientras el colegio se compromete a aplicar los principios de mejoramiento y gestión orientándolos a sus necesidades institucionales, la empresa los asesorara en la implementación de los procesos de mejoramiento de la calidad, aportando experiencia empresarial y colocando a su disposición novedosas metodologías de gestión”, dice Enrique Pérez, jefe del Proyecto Educativo.

En el caso de Crem, que recibe el 3% de las utilidades de Meals, tres de sus profesionales dan una asesoría regular para la implementación de técnicas de gestión en entidades educacionales. Hoy, sus esfuerzos se centran en Antioquia, donde se realiza una prueba piloto en 15 colegios. El trabajo de los profesionales de Crem es complementado con el apoyo de asesores externos, dependiendo de la etapa en que se encuentre el proyecto.

Una vez al mes y durante tres horas y media, los directores de los establecimientos son entrenados en gestión y evaluados respecto a sus avances.

ARCOR, Argentina
Llamado a concurso

Desde un programa de radio escolar en Tierra del Fuego a una biblioteca en la pampa argentina. Muchos proyectos han conocido la dulce labor de la argentina Arcor. La mayor fabricante de golosinas de América Latina busca colaborar con el desarrollo de la educación por medio de llamados anuales a concurso para financiar proyectos meritorios en escuelas primarias de todo el país. Llamado “Mi Escuela crece” y operativo desde 1991, Fundación Arcor ha financiado unos 1.250 proyectos, con montos que parten desde US$ 1.000 y que en conjunto han beneficiado a más de 820.000 estudiantes.

No es lo único. Fundación Arcor cuenta con US$ 1.000.000 anual para financiar todos sus programas, entre los que se incluyen el de “Infancia y Desarrollo”, por medio del cual se potencia la labor de ONG dedicadas a la atención de niños y jóvenes en riesgo social; el de “Apoyo a la Educación Inicial”, para promover mejores oportunidades de cerca de 3.000 niños de hasta 5 años pertenecientes a sectores marginados; el de “Juntos por la Educación”, para financiar proyectos orientados a fortalecer los lazos entre las escuelas públicas y la sociedad civil en la provincia de Córdoba, y el de “Oportunidades Educativas Comunitarias”que, en la misma línea que el anterior, prestó apoyo financiero a seis proyectos nacionales aportando US$ 80.000.

Junto a UNICEF, la Fundación Arcor, también lleva adelante el programa “Infancia y Derechos”, con el propósito de impulsar la promoción y defensa de los derechos de los niños. En el año 2004 se dio inicio a un proyecto que incentivará una cultura periodística que dé mayor importancia a la defensa y los derechos de la niñez y la adolescencia.

FEMSA, México
Un siglo educando

Para la cervecera mexicana Femsa, la preocupación por el tema educativo es casi centenaria. Nació en 1906, cuando su antecesora, Cervecería Cuauhtémoc, creó una escuela para la capacitación de sus trabajadores, la primera del país. Sin embargo, es en 1943 cuando hace su mayor contribución al apoyar la fundación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, actualmente una de las universidades más importantes de América Latina.

Femsa lidera un programa de becas a estudiantes de la universidad y apoya con US$ 16 millones para el desarrollo de la entidad. Otro paso lo dio en 1957, cuando fundó el Centro Escolar Cuauhtémoc, con el objetivo de dar educación a los hijos de sus empleados. Hoy es un colegio que atiende a más de 2.600 alumnos, el 40% de ellos hijos de trabajadores vinculados a la embotelladora, los que reciben un subsidio de 50% de la mensualidad.

“México requiere que su gente tenga acceso a una educación de alto nivel”, dice José Antonio Fernández Carbajal, presidente y director general de FEMSA. “Esto es muy importante, pues el progreso en la educación de un país impacta exponencialmente en su potencial de desarrollo y bienestar”.

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