martes, noviembre 28, 2006

Tras años de lucha, un pionero de la energía solar es un éxito de ventas

The Wall Street Journal

November 28, 2006 4:05 a.m.
Por John J. Fialka

AUBURN HILLS, Michigan — Stanford R. Ovshinsky ha pasado 40 años y ha gastado millones de dólares de varios socios en pos de su sueño. Quería construir una máquina gigante que fabricara láminas enormes de un material capaz de generar energía solar. "Nadie me creía, ni siquiera en mi propia compañía", recuerda.

Hoy, Ovshinsky, de 84 años, administra una fábrica que funciona a plena capacidad y está abrumada por la cantidad de pedidos. Su empresa, Energy Conversion Devices Inc., es el mayor fabricante estadounidense de materiales fotovoltaicos, que convierten la luz del sol en electricidad.

La compañía es pionera en una industria conocida como PV (siglas en inglés de fotovoltaico) que mueve al año US$15.000 millones y que crece frenéticamente.

La gigantesca máquina de la empresa es del largo de una cancha de fútbol. Funciona como una imprenta que, en vez de periódicos, produce láminas del material PV, que puede ser usado en los techos de viviendas y empresas. El alza del costo de la energía y las preocupaciones acerca del calentamiento global han incrementado la demanda por este tipo de materiales.

Durante décadas, la energía solar, inventada en Estados Unidos en los años 50, fue un producto dirigido a un mercado diminuto. Las empresas estadounidenses lo dominaron hasta fines de los años 90, cuando compañías japonesas y alemanas tomaron la delantera. Hoy, EE.UU. ocupa el tercer lugar en producción de energía solar, y China se le está acercando rápidamente.

La empresa de Ovshinsky, un inventor delgado que nunca fue a la universidad, tiene una lista de espera de seis meses en sus pedidos de PV y está construyendo tres nuevas plantas. Cerca de la mitad de la producción va a parar a Alemania. Su PV es más delgado, más barato y más flexible que el de muchos de sus competidores y puede ser usado directamente como material para techos.

En el camino, sus detractores han calificado las ideas de Ovshinsky de marginales o disparatadas. Sus planes le han costado a una sucesión de socios millones de dólares. Incluso hoy, pese al auge en las ventas, la empresa sufre pérdidas, por culpa de otros proyectos poco convencionales, como un sistema para guardar combustible de hidrógeno en los autos.

"Sus ideas son diferentes", dice Robert Stempel, quien presidía la junta de General Motors Corp. cuando se interesó por primera vez en las ideas de Ovshinsky. En 1995, tras verse obligado a abandonar la automotriz estadounidense, Stempel asumió su actual trabajo como presidente de Energy Conversion Devices.

Los productos PV de Ovshinsky han llamado la atención del presidente George W. Bush, quien ha criticado la "adicción" estadounidense al petróleo y ha prometido expandir los recursos locales de energía.

Los materiales fotovoltaicos adoptan diversas formas, pero lo que tienen en común es que la luz del sol estimula sus estructuras atómicas, lo que genera electricidad. La mayoría de las empresas produce PV a partir de costosos cristales de silicio y después cubren sus paneles con láminas protectoras de vidrio.

En los años 60, Ovshinsky empezó a trabajar con materiales más baratos que exigen una cantidad relativamente pequeña de silicio. En 1977, su trabajo con estos materiales le dio la idea de fabricar una máquina que produjera películas de PV del grosor del papel.

Su objetivo era producir un material PV tan barato que pudiera competir con los combustibles fósiles. Algunas de las empresas que financiaron sus ideas terminaron decepcionadas, porque demoró décadas en construir la máquina gigantesca para producir PV. Otras aprendieron de sus ideas.

En 1999, Ovshinsky formó una empresa conjunta con Canon USA, subsidiaria del fabricante japonés de cámaras fotográficas y fotocopiadoras. Canon luego vendió su parte a la firma belga Bekaert NV, que acordó invertir US$50 millones para construir la máquina que Ovshinsky tenía en mente. La máquina empezó a funcionar en 2002. Poco después, los estadounidenses compraron la participación de los belgas por US$6 millones.

Hoy, el mercado de PV ha crecido tanto que hay escasez de silicio. Eso es una buena noticia para Ovshinsky, que gracias a que su proceso usa relativamente poco silicio, puede vender todo el PV que produce.

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