martes, julio 11, 2006

THE WALL STREET JOURNAL

Bill y Bill unen fuerzas contra el sida

July 11, 2006 4:05 a.m.
Por Marilyn Chase

Sus estilos son muy dispares, pero tienen dos cosas en común: egos descomunales y una pasión por mejorar la salud del mundo.

Bill Gates, el hombre más rico del mundo, dona miles de millones mediante la fundación de su familia para financiar programas de salud que van desde vacunas infantiles en África hasta la prevención del sida en las paradas de camiones en India.

Bill Clinton, con menos efectivo que Gates, pero con amigos ricos y poderosos además de una gran habilidad en el arte de la negociación, intermedia acuerdos para conseguir descuentos de medicamentos para el tratamiento del sida y convence a los gobiernos para que hagan más por los enfermos.

Tras coincidir durante años en las reuniones de elite desde Davos a Washington D.C., los dos están comenzando a unir sus fuerzas. Gates ha financiado una pequeña subvención para que la Clinton Foundation estudie las mejores prácticas para la ampliación del acceso a los tratamientos contra el sida.

Esta semana, el dúo asistirá a una conferencia sobre tecnología patrocinada por Microsoft Corp. en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, y luego se trasladará a Lesotho, uno de los países más afectados por el sida, donde ambas fundaciones consideran trabajar.

Y el próximo mes, Gates y Clinton realizarán su aparición conjunta más publicitada cuando compartan el estrado en la XVI Conferencia Internacional sobre el Sida en Toronto, y hablen ante miles de científicos, activistas y medios sobre cómo combatir la enfermedad.

Detrás de la incipiente asociación de opuestos se encuentra la sinergia potencial entre dos figuras líderes de la nueva raza de filántropos. "Yo creo que lo que estamos viendo es lo que podríamos llamar la primera súper ONG … con intereses comunes y una gran cantidad de recursos", dice Richard Holbrooke, embajador de Estados Unidos ante Naciones Unidas durante el gobierno de Bill Clinton y actual presidente de la Global Business Coalition on HIV/AIDS, una entidad de Nueva York.

Por el momento, al menos, hay pocos nexos formales entre Gates y Clinton y sus fundaciones. Ambos estaban de viaje y no pudieron hacer comentarios para este artículo.

Además, las diferencias son tanto tácticas como reales: Gates reparte su fortuna mientras que Clinton es un mediador de acuerdos. Gates se centra en la prevención, financiando vacunas y sustancias experimentales que combaten las bacterias más que en la compra de medicamentos, mientras que Clinton negocia fuertes descuentos en fármacos para ampliar el acceso de los pacientes al tratamiento. Gates, prometiendo no infringir nunca las patentes, compra medicamentos de marca, mientras que Clinton prefiere las imitaciones genéricas más asequibles.

La Bill and Melinda Gates Foundation, una fundación familiar de US$30.000 millones cuyos activos se duplicarán a US$60.000 millones gracias a la recientemente anunciada donación de Warren Buffet, ya ha canalizado más de US$10.000 millones hacia los países en vías de desarrollo. Clinton, que no cuenta con una fortuna personal para donar, trata de usar su encanto personal y diplomacia como su moneda principal, junto con su don para unir gobiernos, activistas y a la industria farmacéutica en una causa común.

A Gates le gusta trabajar independientemente de los gobiernos patrocinadores, rehusa canalizar obsequios mediante los políticos y prefiere financiar directamente asociaciones sin fines de lucro. Clinton trabaja codo a codo con los gobiernos patrocinadores, incluso ocupando espacio dentro de las oficinas ministeriales. Cada uno de ellos jura que su propio modus operandi es el más indicado para conseguir resultados.

Sus asesores describen a Gates como un pensador linear que ve la tarea de detener una epidemia como si fuera un enorme problema de cálculo. Su inclinación por las estadísticas en lugar de la sociabilidad lo ha llevado a cometer algún error ocasional. Clinton, más abierto y afable, despliega un encanto personal que, por ejemplo, indujo a varios funcionarios del gobierno chino a que abrazaran durante un encuentro a un activista por el sida con un peinado punk.

Clinton con frecuencia presume sobre ese hito como el fin de la negación de la enfermedad por parte de Pekín y el comienzo de una nueva era de transparencia sobre el sida.

Ira Magaziner, uno de los principales asesores de Clinton durante su gobierno y actual director ejecutivo de la Clinton Foundation, aludió en una entrevista realizada el año pasado a una diferencia clave en cómo cada hombre plantea el sida en India. "La Gates Foundation está haciendo un buen trabajo pero no tiene un acuerdo directo con el gobierno", dice Magaziner. "Él está más orientado hacia el sector privado y las ONG. Nosotros proporcionamos una pequeña cantidad de dinero pero esa no es nuestra actividad principal. No vamos a competir con Gates o el gobierno de EE.UU. cuando damos nuestro dinero". Magaziner dijo que no estaba disponible para ofrecer más comentarios.

En 2003, Gates torpedeó su donación a India, un programa de prevención del sida por US$200 millones, incomodando al gobierno de Nueva Delhi con un discurso que citaba las altas previsiones de sida para India. Por el contrario, Clinton viajó a India en julio de 2004 para felicitar al gobierno recientemente elegido de la líder del Partido del Congreso Sonia Gandhi y su primer ministro Manmohan Singh. En septiembre había firmado lo que Magaziner catalogó como el primer acuerdo del país con una fundación privada. Ambos proyectos están actualmente en funcionamiento.

A pesar de sus estilos divergentes, Holbrooke ve fortalezas complementarias y sinergias potenciales. "Lo importante es que hay un matrimonio de diversas organizaciones, de las cuales la de Clinton y la de Gates son las más poderosas", asevera.

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