miércoles, mayo 17, 2006

THE WALL STREET JOURNAL

La nueva AIG: ¿el modelo indicado de este siglo?

May 17, 2006 4:05 a.m.
Por Alan Murray

¿Son las buenas prácticas de gobierno corporativo parte esencial de una gran empresa?

Esa es la pregunta que posiblemente ronda en la mente de los accionistas que asisten hoy a la asamblea anual de la aseguradora estadounidense American International Group Inc. (AIG). En los últimos 14 meses, AIG se ha sometido a un cambio radical.

Su junta despidió a su autocrático presidente Hank Greenberg luego que éste fuera investigado por reguladores estadounidenses, que lo acusan de manipular los libros de la compañía. Desde entonces, el nuevo presidente de la junta, Frank Zarb, ha emprendido un esfuerzo extraordinario, para el que cuenta con el respaldo del ex presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC) Arthur Levitt: concebir un nuevo modelo corporativo.

Los resultados se resumen en una carta que Levitt envió a la junta el mes pasado. Entre los cambios se encuentran:
— Separar formalmente los cargos de presidente de la junta y presidente ejecutivo.
— Reconstituir la junta de manera que un número mayor de integrantes, 15 de 17, sean independientes.
— Eliminar el comité ejecutivo, el cual Levitt cataloga como "a menudo un símbolo de favoritismo dentro de la junta".
— Exigir que los miembros independientes de la junta sostengan "sesiones ejecutivas", en cada reunión, sin la presencia de la gerencia de la compañía.
— Prohibir que los miembros de la junta soliciten a la compañía contribuciones de caridad. Levitt dijo esta semana que cree que "las contribuciones filantrópicas" son "un objeto de seducción para las juntas que es más grande que cualquier otro privilegio".

La pregunta es ¿generará esto mejores retornos para los accionistas de AIG? Esa podría ser la pregunta más importante para los negocios de nuestros tiempos.

En la era posterior al colapso de Enron, el poder ha salido de las manos de los presidentes ejecutivos y pasado a las manos de los reguladores, los miembros de las juntas directivas, los fondos de pensiones, los grupos que asesoran a los accionistas, sindicatos, los fondos de cobertura y otros que creen que su trabajo es asegurarse de que los presidentes ejecutivos no pierdan el rumbo.

Vale la pena preguntarse si esta transición de poder le hará daño a la máquina de generación de riqueza más exitosa del siglo XX: la compañía estadounidense.
Hank Greenberg cree que sí. El lunes dijo lo mismo que le responde a cualquiera que le pregunte: "Las juntas no pueden dirigir a las compañías".

Greenberg habla con amargura, pero también con experiencia. Es uno de los presidentes ejecutivos más exitosos del último siglo, un hombre que transformó a AIG de una pequeña empresa asiática en la mayor aseguradora del mundo. Greenberg niega haber obrado mal, a pesar del reciente acuerdo de AIG para pagar una multa récord de US$1.600 millones para dejar sin efecto una serie de acusaciones de los reguladores.

La mayor parte del extraordinario crecimiento de la empresa, observa Greenberg, se produjo cuando AIG tenía una junta integrada por ejecutivos internos.

Ahora habla despectivamente de la noción de presidentes de la junta independientes y sesiones ejecutivas, señalando que éstas crean una mentalidad de "nosotros" contra "ellos", que es poco saludable. También muestra desdén frente a la idea de negociar los cambios de gobierno corporativo con los sindicatos y los fondos de pensiones: "No se puede tratar de satisfacer a cada grupo o arruinará a la compañía", dice.

Es fácil considerar a Greenberg como un viejo que ha perdido contacto con la actualidad. Pero otros se están haciendo las mismas preguntas. ¿Será que individuos como Greenberg manejan mejor a las compañías que los ejecutivos que se arrodillan frente a los grupos de accionistas o que tienen sus manos atadas por las juntas intervencionistas? ¿Acaso una cultura que hace hincapié en el cumplimiento de las normas merma la capacidad de una empresa para asumir riesgos?

Martin Sullivan, el sucesor de Greenberg en la presidencia ejecutiva de AIG, no tiene quejas. "La junta ha apoyado mucho a la gerencia", dijo ayer el ejecutivo británico, mientras se preparaba para la asamblea de hoy. "Han permitido que dirija la compañía", aseguró en una entrevista.
Por ahora, los accionistas parecen darle a Sullivan el beneficio de la duda. El precio de la acción de AIG se ha mantenido relativamente sólido y los analistas siguen recomendando a la empresa. Pero queda por ver si el nuevo modelo de AIG puede tener un desempeño tan bueno como el antiguo.

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