martes, octubre 25, 2005

ANALÍTICA
www.analitica.com (Venezuela)

Sobre la Responsabilidad Social Empresarial
Alexei Guerra Sotillo

El cambio, condición que trastoca la estabilidad del escenario actual de cualquier organización, se transfigura en ocasiones, en simple moda, pero en otras genera prácticas que devienen imperativos de la gestión organizacional.

No es nuevo el tema de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), pudiera afirmarse, si se asume que la creación, fundación, constitución y puesta en marcha de un proyecto empresarial, persigue la obtención de beneficios no sólo lucrativos o económicos para sus propulsores, sino para los empleados, clientes o consumidores.

El asunto, visto desde esta óptica, se remontaría entonces a los inicios mismos de las primeras compañías y organizaciones mercantiles de la Europa de la Edad Media, y de los siglos XVIII y XIX, en los albores del capitalismo. La generación de puestos de trabajo, de inversión y oferta de bienes o servicios, se vislumbrarían como efectos secundarios y expresiones positivas de la acción empresarial en la sociedad.

La ortodoxia del pensamiento organizativo o gerencial, alzaría la voz para reclamar que adjetivos y adornos semánticos a la noción de empresa serían innecesarios, en el entendido de que la idea de empresa, de corporación, de compañía anónima, en tanto articulador organizativo de la creación de riqueza, lleva implícita, sobreentendida y evidente, la intención de ser, actuar, gerenciar, producir y ofrecer productos, bienes y servicios de calidad, de manera ética y responsable.

Lamentablemente, el lente negro-blanco de toda ortodoxia se ha hecho últimamente poco útil para percibir los matices de la realidad económica, política y social, así como del fracaso de visiones, teorías y propuestas sobresaturadas de tecnicismo, y huérfanas de sustancia y contenido humano y social.

Así, la RSE se entendería como la incorporación conciente, clara y sostenida en la gestión estratégica de una organización, de los impactos sociales de su actividad o negocio en el entorno, y de la necesidad de sopesar los valores sociales, subjetivos y cualitativos, como complemento de los criterios tradicionales de medición y evaluación de la rentabilidad y gestión financiera de una organización, en su vinculación e interacción con el medio o entorno.

En nuestra opinión, es quizás ésta la característica distintiva de la RSE: No es tanto la vinculación, relación o interacción con un entorno o medio, en el cual están clientes, proveedores, comunidades y actores institucionales novedosos; es la conciencia y comprensión real de la importancia de la percepción que dichos acores tienen de la gestión organizativa.

Da pie entonces la RSE, a la referencia y encuentro de términos novedosos, en apariencia extraños o confusos, pero de uso creciente y extendido en múltiples empresas y organizaciones: mercadeo social, inversión social; balance social; contabilidad (o contraloría) social; capital social. Existe (es innegable) el riesgo de banalizar lo social, y convertirlo en mera etiqueta limpiadora de conciencias, simple disfraz de una motivación básica y primariamente económica. En todo caso, lo social se incorpora cada vez con más fuerza, como dimensión que complementa a lo económico-financiero como criterios de gestión y evaluación de resultados, en un equilibrio difícil y esquivo pero necesario.

La RSE no se agota en la filantropía, si bien puede ser ella su canalización inicial; en algunos casos está incorporada a la misión y visión de una organización, o de su líder fundador, pero en otras ocasiones, no poco numerosas, responde a necesidades, reclamos y presiones directas de actores y factores del medio, que sencillamente la imponen como acción.

Está claro, en todo caso, que debe insertarse el análisis de la RSE en la reconfiguración del mapa de relaciones, límites y ámbitos de lo público, lo privado y lo no estatal, y en las interacciones entre el Estado, el mercado y la sociedad, interacciones cuya complejidad y dinamismo prescriben un estudio minucioso, abierto y desprejuiciado, y por supuesto, responsable.

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