jueves, septiembre 15, 2005

THE WALL STREET JOURNAL
Alemania y Japón pueden recobrar su vitalidad

September 15, 2005 4:05 a.m.
Por David Wessel The Wall Street Journal

China e India son el futuro de la economía mundial. Pero Japón y Alemania siguen siendo una parte muy importante de su presente.

Por eso, el mundo y en especial la economía de Estados Unidos tienen un interés especial por los resultados de la elección del domingo pasado en Japón y por la votación del próximo domingo en Alemania.

China e India, con poblaciones que superan los 1.000 millones cada uno y con economías que están sacudiéndose antiguas ataduras, son percibidas correctamente como gigantes donde el resto del mundo puede vender, producir y obtener grandes ganancias.

Pero no hay que ignorar a los países que Joseph Quinlan, jefe de estrategias de mercado de Bank of America Corp., denomina "la pareja que ha envejecido": Japón y Alemania. Los cambios políticos podrían llevar a ambos al "punto de una necesaria transformación económica", dice.

El brillo del neón de las torres de oficinas de Shanghai o la sofisticación de los laboratorios de software de Bangalore a veces opacan la percepción estadounidense sobre la realidad económica actual.

El año pasado, Estados Unidos exportó US$85.700 millones a Alemania y Japón, más del doble que los US$40.900 millones exportados a China e India. Dejando de lado el origen de los bienes o servicios, las ventas de las empresas estadounidenses en Alemania y Japón fueron más de seis veces superiores a las ventas en China e India.

Pese a todo el entusiasmo respecto a las inversiones en China, entre 2000 y 2004 las compañías de EE.UU. invirtieron US$52.700 millones en Alemania y Japón, cuatro veces la inversión de US$13.100 millones realizada en China e India en el mismo período.

"China e India son los títulos accionarios de crecimiento", dice Adam Posen del centro de estudios Institute for Internacional Economics, con sede en Washington.

"Uno puede tomar una opción respecto de lo que rendirán en el futuro. Alemania y Japón son los títulos accionarios de valor. Tal como General Electric o 3M, ellos entregan los dividendos".

Por lo tanto a Estados Unidos y al resto del mundo le importa saber si el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, puede transformar la aplastante victoria electoral del domingo pasado en políticas que continúen una tendencia económica alentadora. Después de una década de estancamiento, Japón por fin podría estar superando la deflación y sus bancos han vuelto a crecer.

Koizumi puede rehacer ahora el gigantesco sistema postal japonés que gradualmente debería permitir que los mercados empleen de manera más eficiente la formidable reserva de dinero.
Habrá que ver si aborda también los costosos y arcaicos subsidios agrícolas, si reduce el gasto fiscal para aliviar la enorme deuda pública y si, tal vez, incluso abre las puertas a la inmigración para lidiar con una población cada vez más envejecida.

Y habrá que ver también si todo ello llevará a que las compañías japonesas y extranjeras sigan impulsando la tendencia económica.

Alemania, desgraciadamente, muestra pocas evidencias de una transformación al estilo japonés. En esencia, el país está confiando en salarios más bajos para que sus exportaciones sean más competitivas, ya que no ha estimulado el consumo interno o las inversiones. El desempleo se mantiene porfiadamente elevado, con 11,4% en agosto.

Pero el canciller Gerhard Schröder realizó más cambios de lo que los críticos de Alemania suelen reconocer, relajando las políticas de contratación de las empresas y haciendo que permanecer como desempleado sea poco atractivo.

Como Koizumi, Schröder está recurriendo a los votantes, en parte, debido a los obstáculos políticos que se interponen a sus esfuerzos de convertir la economía alemana en una que se asemeje a la de Estados Unidos (por razones obvias, ninguno de los dos lo dice de esa manera).

Al igual que Koizumi, el canciller alemán es carismático y más popular entre los votantes que entre los miembros de su propio partido.

Koizumi está transformando a su arcaico partido político. Su victoria le entrega la posibilidad de acelerar los esfuerzos por cambiar la economía japonesa de manera que crezca más rápido.
Schröder, en cambio, ha sido incapaz de cambiar su partido. La fuerte ala de izquierda ha contenido su agenda reformadora. Su llamado a adelantar las elecciones fue una estrategia de salida, y no una movida táctica al estilo Koizumi que busca reconstruir su capital político.

Las encuestas e informes desde Alemania indican que el domingo ganará su adversaria, Angela Merkel. A veces, un gobierno nuevo que está ansioso por mostrar resultados se mueve con mayor rapidez y puede encender una sensación de que las cosas están cambiando entre consumidores y empresas.

Aunque siempre existe la posibilidad de una sorpresa el día de las elecciones (como la aplastante victoria de Koizumi), las últimas encuestas sugieren que Merkel no ganará por mucho. Tal vez incluso se vea forzada a formar una coalición con el partido de Schröder, una fórmula para salir del reformstau o estancamiento de reformas.

En los últimos tiempos, la economía mundial ha sido impulsada por dos locomotoras: Estados Unidos y en especial sus consumidores, y China. Un día de estos, y nadie sabrá cuándo, una o ambas reducirán la velocidad.

Por eso, este sería un buen momento, un excelente momento, para que Alemania y Japón hagan lo necesario para que sus economías se vuelvan a poner en marcha.

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