martes, agosto 30, 2005

The Wall Street Journal (30 de agosto, 2005)

Marsh & McLennan se recupera después de una crisis
Por Ian McDonald

The Wall Street Journal

Este año, Michael G. Cherkasky, presidente ejecutivo de Marsh & McLennan Cos., se reunió con empleados en todo el mundo, desde Pittsburgh a París, siendo el portador de un mensaje nada placentero: la enorme división de corretaje de seguros del gigante financiero perdía dinero con cerca de una cuarta parte de sus clientes. La empresa se desprendería de esos clientes, se realizarían miles de despidos y los empleados que quedaran se ajustarían a un nuevo y austero régimen.

Sólo tres meses después de asumir las riendas, el nuevo jefe, sin experiencia previa en la industria aseguradora, estaba destrozando el tradicional sistema de hacer negocios de Marsh. La empresa fundada hace 134 años había inventado el negocio de corretaje de seguros, pero el acuerdo firmado para poner fin a una investigación realizada por el Fiscal General de Nueva York Eliot Spitzer tuvo un impacto negativo en su capacidad para ganar dinero.

La dramática misión de Cherkasky ofrece un ejemplo del estilo de administración de escándalos corporativos que es cada vez más común en la era de celo reglamentario post Enron. El ejecutivo aprovechó sus antiguos lazos con autoridades —sobre todo una vieja amistad con Spitzer— para llegar al principal puesto de una empresa que estaba bajo amenaza de extinción y para lograr un acuerdo favorable. Tras asumir el cargo, Cherkasky usó la conmoción del escándalo para eliminar prácticas de negocios que estaban bajo investigación y lanzar una amplia reforma en toda la empresa.

Cherkasky planea expandir a Marsh & McLennan, que tiene presencia en 11 países de América Latina y el Caribe, más allá de sus raíces en el sector de seguros, al ofrecer una gama más amplia de servicios a través de divisiones como la consultora de gestión Mercer Consulting, y Kroll Inc., firma de investigaciones corporativas.

Por ahora, las medidas de Cherkasky no han logrado mejorar los resultados financieros de la empresa o conquistar a los inversionistas. Las primas de seguros están cayendo y Putnam Investments, firma de fondos de inversión de Marsh, tiene problemas. Mash registró una ganancia neta de US$ 300 millones en el primer semestre, un declive del 64% frente al mismo lapso de 2004. Las acciones de la compañía están un 40% por debajo del nivel que se encontraban antes de que Spitzer entablara la demanda en octubre del año pasado. Muchos de sus altos ejecutivos y corredores también están dejando la empresa para trabajar con rivales.

Cherkasky es cauteloso en no hacer promesas específicas sobre los resultados financieros de la compañía o dar la impresión de que su plan arreglará pronto los problemas de la compañía. "Las heridas no sanan de la noche a la mañana", asegura.

El 8 de octubre de 2004, Cherkasky, que estaba en Londres en un viaje de negocios para Kroll, firma que dirigía antes y después de que fuera comprada por Marsh, fue convocado a regresar a Nueva York inmediatamente para reunirse con Spitzer.

El fiscal general venía investigando al sector de corretaje hacía meses. Marsh Inc., la división de corretaje de seguros de Marsh & McLennan, supuestamente debería actuar como intermediaria para ayudar a que las grandes compañías e instituciones encontraran buenos proveedores de seguros, el mejor paquete de cobertura y los precios más bajos. A cambio de una comisión, la corredora solicitaba ofertas de aseguradoras. La investigación de Spitzer descubrió evidencias de que algunos corredores de Marsh estaban adulterando el proceso de ofertas para favorecer a algunas aseguradoras. El fiscal general sostenía que eso se hacía para llevar más contratos a aseguradoras que pagaban a Marsh grandes "comisiones contingentes", pagos comunes en la industria. Marsh recibió US$845 millones en esas comisiones en 2003, una porción significativa de los US$1.500 millones de ganancia neta registrada aquél año.

Cherkasky, de 54 años, y Spitzer eran viejos amigos. Cherkasky era fiscal de la fiscalía pública de Manhattan en 1978 y dirigió más tarde su división antimafia, donde Spitzer trabajó entre 1987 y 1993. En 1994, Cherkasky aceptó la presidencia de Kroll pero mantuvo la amistad con Spitzer. Durante la reunión en Nueva York, Spitzer confesó a Cherkasky creer que las irregularidades en Marsh no se limitaban a unos pocos casos.

Mientras las acciones de Marsh se desplomaban, su presidente ejecutivo en esos momentos, Jeffrey W. Greenberg, decidió nombrar a Cherkasky para gestionar la crisis en Marsh Inc. Un factor clave era la relación que mantenía con Spitzer, confirmó una fuente cercana a Greenberg. Era el primer trabajo de Cherkasky en la industria de seguros. Él inmediatamente suspendió el uso de las comisiones contingentes. En una semana, Greenberg dimitió y el 25 de octubre la junta directiva de Marsh dio a Cherkasky su segundo empleo en el sector de servicios financieros: la presidencia de Marsh & McLennan. En cuestión de horas, él logró que Spitzer hiciera una declaración pública de que la compañía no enfrentaría acusaciones criminales.

En sus primeras semanas al frente de Marsh, Cherkasky ayudó a conseguir US$3.000 millones en préstamos para evitar una escasez de liquidez. Para recuperar ingresos, Cherkasky adoptó un austero plan de reducción de gastos. En la primera ronda de recortes, 3.000 empleados perdieron su trabajo.

Marsh firmó un acuerdo con la fiscalía general de Nueva York el 31 de enero, disculpándose públicamente por el comportamiento de los empleados involucrados en el caso, pero sin admitir que la empresa hubiera cometido alguna irregularidad. Acordó pagar US$850 millones a clientes y adoptar nuevas reglas de negocios.

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