martes, enero 23, 2007

China descubre que el crecimiento no es suficiente para lograr el desarrollo social

The Wall Street Journal

Por Andrew Batson

Enero 24, 2007. BEIJING—La frenética expansión de China ha llevado a los líderes de ese país a tratar de gestionar mejor los desequilibrios de su economía y asegurarse de que los beneficios del crecimiento se distribuyan de manera más equitativa.

Todo parece indicar que la economía china creció 10% o más el año pasado, el cuarto año consecutivo de expansión de dos dígitos. El gobierno ya entregó un cálculo preliminar que sitúa el crecimiento en 10,5% para 2006. Mañana, la Agencia Nacional de Estadísticas entregará un informe detallado del desempeño económico, pero es improbable que la cifra cambie mucho. Si China continúa con su actual tasa de expansión, el próximo año podría sobrepasar a Alemania como la tercera economía más grande del mundo.

Muchos observadores ven paralelos entre el auge de China en el siglo XXI y el surgimiento de Estados Unidos y Alemania como potencias industriales a inicios del siglo XX y Japón en la segunda mitad de ese siglo. Al movilizar a millones de personas desde la agricultura a la manufactura y al invertir para construir la infraestructura de una economía avanzada, esos países lograron largos períodos de crecimiento rápido y sostenido. China cuenta con la ventaja de seguir una senda ya trazada.

"China avanza a toda máquina. Crece a un ritmo mucho más rápido que cualquier economía emergente jamás haya logrado", dice Carl Weinberg, economista jefe de High Frequency Economics, una firma de análisis económico. "Esto nos dice que es más fácil desarrollarse en un mundo desarrollado. Es más fácil modernizarse cuando todos los países a tu alrededor ya están modernizados".

La racha de cuatro años de crecimiento de dos dígitos ni siquiera es tan sorprendente para China. Desde que comenzó con las reformas de mercado en 1978, su economía ha crecido un promedio de 9,8% al año. Lo que ha cambiado es que el ritmo de expansión ha sido más constante de un año a otro, restándole volatilidad a la economía china. Esto se puede atribuir en parte a mejores políticas, así como al creciente sector privado, que es menos propenso a los ciclos de inversión de una economía planificada. Algunos también creen que las cifras oficiales subestiman la volatilidad real.

Desde una perspectiva de largo plazo, el crecimiento superior al promedio de los últimos años ha sido impulsado por el aumento de las exportaciones y la inversión. Muchos analistas predicen que China enfrentará un bajón cíclico de algún tipo en los próximos años. Claro que será en términos chinos: es decir, un crecimiento más tibio que ronda el 9% en vez del 10%.

La combinación entre el tamaño de China y su acelerado crecimiento ha hecho que ese país se haya vuelto atractivo para empresarios e inversionistas de todo el mundo. En apenas una década, China ha triplicado su PIB per cápita, un indicador general para medir qué pedazo de la torta económica está disponible para cada persona.

Sin embargo, esa cifra, en términos nominales, no llega a US$2.000 en China, frente a US$42.000 de EE.UU., US$34.000 de Alemania, US$4.800 de Argentina o los US$7.300 de México, según datos de 2005 del Fondo Monetario Internacional. Así, China está lejos de ser una nación rica, en especial porque su población rural —que todavía representa 75% de todo el país— está muy atrasada frente a las prósperas ciudades.

"Aunque la economía de China está entre las más grandes del mundo, China tiene 1.300 millones de habitantes y en términos de PIB per cápita ni siquiera está entre los 100 primeros del mundo", dijo en un reciente discurso el primer ministro chino Wen Jiabao. "El desarrollo económico y social es muy dispar. Así que, durante muchos años, el desarrollo seguirá siendo nuestra tarea principal".

Redistribuir la riqueza

Lo que ha quedado en claro durante la última década es que, si bien el crecimiento económico ha sido un ingrediente necesario para enfrentar la pobreza e iniquidad, no es suficiente. Por eso, en vez de centrarse sólo en el crecimiento, los líderes chinos tratan de distribuir de manera más equitativa los recursos. Por ejemplo, el gobierno ha eliminado los gastos escolares para los niños de áreas rurales y ha prometido expandir la cobertura de los planes de salud y bienestar básicos —que ahora existen en las ciudades— hacia los campesinos.

La lista de otros desequilibrios en la economía china es larga: los ahorros son demasiado altos y el consumo demasiado bajo; su moneda sobrevaluada podría causar burbujas bursátiles e inmobiliarias; el enorme superávit comercial está inundando al sistema bancario con más dinero del que puede manejar, y la enorme contaminación ambiental está dañando la salud del país.

"Creo que el liderazgo chino está más o menos contento con el desempeño general de la economía", dice Frank Gong, un economista de J.P. Morgan Chase & Co. "Creemos que las autoridades deberían aprovechar estos tiempos buenos para centrarse en estos problemas".

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