miércoles, octubre 11, 2006

¿Tiene HP problemas de género? ¿Tuvo el género algo que ver en los despidos de Fiorina y Dunn?

The Wall Street Journal

October 11, 2006 4:05 a.m.
Por Alan Murray


Si hubiera más mujeres en los altos niveles de la pirámide corporativa, sería más fácil pasar por alto el hecho de que la junta directiva de Hewlett-Packard ha despedido a dos en 20 meses. Pero no las hay. Así que uno se pregunta: ¿tendrá el género algo que ver en todo esto?

Carly Fiorina, despedida como presidenta ejecutiva de H-P en febrero de 2005, y Patricia Dunn, la ex presidenta de la junta que corrió la misma suerte el mes pasado, nunca fueron grandes amigas. De hecho, Dunn jugó un papel clave en el despido de Fiorina. Fiorina sospecha que Dunn se unió a sus oponentes como parte de un acuerdo para ser presidenta de la junta. En cambio, Dunn asegura que no le ofrecieron el cargo hasta después del voto de la junta sobre el futuro de Fiorina.

Sin embargo, existe un curioso lazo fraternal entre estas dos mujeres. Ambas rondan los 50 años. Dunn aún se refiere a Fiorina como una "heroína" y le escribió una afectuosa nota tras el despido. Fiorina es menos amable con Dunn, pero no le dirige los fuertes reproches que dedica a otros miembros de la junta. Ambas perdieron sus puestos por iniciativa de los mismos hombres: George "Jay" Keyworth, ex consejero científico del ex presidente Ronald Reagan, y Tom Perkins, un acaudalado inversionista en capital de riesgo.

La similitud aún más sorprendente es ésta: ambas mujeres dejaron sus puestos con muestras públicas de indignación ante lo que consideran un caso de injusticia.

Fiorina se enteró de su despido durante una reunión del directorio en un hotel de Chicago. Dunn, quien le comunicó la mala noticia, sugirió que Fiorina anunciara que había decidido dejar la compañía por sí misma. Tras reflexionar durante un par de horas sobre la petición, Fiorina decidió rechazarla. Cuando le preguntaron por qué, respondió: "Porque no era verdad. No podía explicar la decisión de la junta. Así que no lo iba a intentar".

Diecinueve meses más tarde, la propia Dunn se enfrentó a un dilema parecido. Para entonces, la compañía estaba envuelta en el escándalo por las filtraciones de la junta directiva. Para ella habría sido fácil decir que abandonaba

H-P por su propia voluntad, para ahorrarle más polémica a la empresa. En lugar de eso, al igual que Fiorina, se fue peleando. En su declaración ante el Congreso, Dunn acusó a otros de engañarla sobre la legalidad de la investigación, y se negó a aceptar responsabilidades. Cuando le pregunté por qué, me respondió que asumir la culpa habría sido "mal gobierno".

Resumiendo: tanto Fiorina como Dunn escogieron el papel de víctimas. Fiorina afirma que ser mujer tiene algo que ver con la manera en la que fue tratada por la junta directiva. En cambio, Dunn no está tan segura. Pero mientras la cantidad de mujeres presidentas de compañías del ránking Fortune 500 pueda contarse con los dedos de una mano, será inevitable que se generalicen sus experiencias.

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